Fue uno de los conceptos surgidos del ecosistema feminista más exitosos de la década pasada, seguramente por ser capaz de expresar de forma sintética una sensación muy familiar para muchas mujeres: la de un hombre (muchas veces un compañero de trabajo) tratando de explicarles algo de manera condescendiente.
El fenómeno sin duda existe, si bien su popularización ha dado lugar a su banalización y a un uso con frecuencia espurio; de manera que hoy a veces resulta difícil usarlo con propiedad para identificar conductas indeseables. Veamos si somos capaces de darte algunas herramientas para reconocerlo y evitarlo en tu empresa.
¿Qué es el mansplaining exactamente?
Neologismo afortunado, concepto explicativo, comodín misándrico, el término mansplaining (que mejor podríamos llamar “macho explicación” si tuviéramos un poquito más de personalidad) viene a definir una forma particular de condescendencia de los hombres hacia las mujeres basada en la asunción de que los hombres son más inteligentes o más cultos que las mujeres.
Acuñado en 2008 por Rebecca Solnit, el término tuvo un éxito fulgurante, seguramente por poner nombre a uno de esos famosos micromachismos que suelen pasar desapercibidos pero que todas y todos reconocemos cuando nos los señalan. Seguro que si piensas un poco puedes recordar algún caso en primera persona, seas hombre o mujer…
En cierto sentido, el término es muy siglo XXI: su popularización a través de internet fue rápida como la pólvora, y pronto se generalizó su uso gratuito y falaz (señalado por la propia Solnit o autoras tan relevantes como Katherine Young allá por 2015), lo que le ha acarreado cierta “caída en desgracia”.
Cómo identificar el mansplaining
A pesar de todo esto, y si bien algo ha cambiado en estos últimos diez años (aunque a veces no lo parezca), el término sigue vigente para revelar y señalar un fenómeno no ha desaparecido. El problema viene a la hora de concretar en la práctica cuándo se está produciendo un caso de mansplaining.
La clave está en si hay un menosprecio por parte del “explicador” hacia la “explicada” por el hecho de ser esta una mujer; si no hay un componente de género, el “explicador” condescendiente está siendo simplemente eso: condescendiente. Es de suponer que si hablamos de una “explicadora” condescendiente, sea hacia un “explicado” o “explicada”, tampoco podría hablarse de mansplaining.
Por otro lado, el mansplaining se ha señalado por la propia Young como “un término peyorativo de la femosfera para argumentos masculinos sobre el género, supuestamente obtusos y arrogantes”. En este caso, su uso se restringiría a afirmaciones, comentarios o actitudes de tinte machista sobre cuestiones relacionadas con el género y, en ese sentido, no haría falta la presencia de una mujer para que se produjeran.
La consecuencia general del mansplaining es que las opiniones de las mujeres, independientemente de si están bien fundadas o no, son minusvaloradas sistemáticamente; eso disuade a las mujeres de explicarse públicamente y hace que sean menos escuchadas cuando lo hacen. Si en tu empresa hay mujeres, ya supondrás lo que eso significa para la organización…
¿Qué es mainsplaining y qué no lo es?
Como hemos dicho, con frecuencia hemos visto cómo se ha venido abusando del término, en especial como falacia ad hominem (un argumento es válido en función de quien lo emita). Dicho de otra forma: no todas las veces que un hombre explica (o interrumpe, o contradice, o corrige) algo a una mujer se está produciendo mansplaining.
Para dejarlo más claro, aquí te planteamos algunos ejemplos de lo que sí es mansplaining en el trabajo:
- “Lo que mi compañera quiere decir es…”
- Negar la posibilidad de que una mujer sea experta en “cosas de hombres”
- Asignar tareas “fáciles” a una mujer por el hecho de serlo
- Dar por hecho que una mujer no sabe algo concomitante a su formación o experiencia
- Ante un hombre y una mujer, dirigir las explicaciones “técnicas” al hombre
- Dar explicaciones detalladas, simples e innecesarias sobre tareas conocidas
- Repetir (y apropiarse de) una buena idea de una mujer como si fuera propia
Cómo evitar el mansplaining
Lo cierto es que en la gran mayoría de los casos, el mansplaining se produce de forma inconsciente (los sesgos de género es lo que tienen). Si es el caso, depende de si la conducta la realiza otro o tú mismo.
- Si lo adviertes en un compañero de trabajo, es buena idea hacérselo notar en privado y de forma firme pero amable, dando las razones que lo prueban (que no se hubiera conducido de la misma manera si el hecho se hubiera producido con un hombre y no con una mujer.)
- Si por el contrario eres tú el que ha caído en el mansplaining, el primer paso es no ponerse a la defensiva ni en plan negacionista, y pasar al modo de escucha activa para que te ayuden a detectar cuál ha sido la actitud o las palabras que han molestado a tu interlocutora.
Por otro lado, es posible que ese mansplaining no haya sido inconsciente, sino que se derive de una forma de pensar genuinamente machista. En ese caso, la tarea de reeducación es mucho más larga y trabajosa, y es conveniente que la empresa tome cartas en el asunto a través de prácticas de formación.
Incluye el mansplaining en tu plan de igualdad.
Los planes de igualdad ayudan a detectar y resolver tanto los grandes problemas estructurales de desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo laboral como los casos más sutiles de machismo en el lugar de trabajo, como es el caso del mansplaining.