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Si se pregunta por ahí, raras son las voces contrarias a una igualdad de género real, en especial en el ámbito laboral. Y, sin embargo, en numerosas organizaciones tanto privadas como públicas siguen existiendo diferencias basadas en el sexo difíciles de justificar, en cuestiones tan diversas como las tareas encomendadas a los trabajadores, los salarios de cada uno o las relaciones internas.

Como parte de las políticas orientadas a buscar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y muy en sintonía con los planes de igualdad, está esta iniciativa del Ministerio homónimo español: la creación de una marca de excelencia llamado Distintivo de Igualdad en la Empresa o DIE. Si quieres saber qué es exactamente, quiénes y como pueden conseguirlo, sigue leyendo.

¿Qué es el DIE (y para quién es)?

Esta marca de excelencia, sello de calidad o label (si nos ponemos anglosajones) es un reconocimiento por parte de la administración pública que distingue a las empresas que están aplicando medidas efectivas para alcanzar una igualdad efectiva entre hombres y mujeres en el ámbito laboral. Aunque la noción parte de la Ley Orgánica 3/2007, su implementación se reguló en el Real Decreto 1615/2009, de 26 de octubre.

Si bien la obtención del DIE está abierta a cualquier empresa, entre los requisitos relacionados con la igualdad que debe cumplir esta podemos mencionar:

Las convocatorias de solicitud son anuales, y se evaluarán estas solicitudes en función del rigor de las medidas incluidas en el plan de igualdad, su adecuación a la empresa, la implicación de sus miembros, la adopción de medidas concretas en el acceso al empleo, las condiciones laborales, el modelo organizativo, etc.

¿Qué ventajas ofrece?

La primera y más evidente, desde la perspectiva de la imagen corporativa, es mostrar al mundo que nuestra empresa ha hecho de la igualdad de oportunidades parte de su identidad. Además de todo un ejercicio de responsabilidad social corporativa, demuestra que estamos mucho más de una declaración de buenas intenciones.

Pero hay efectos más concretos. Contar con el DIE se toma en consideración, en algunos casos, en la adjudicación de contratos y la obtención de subvenciones públicas; una medida dirigida a premiar los esfuerzos de las empresas que han invertido el tiempo y dinero necesarios para adecuar sus estructuras a las políticas de igualdad, y que (como se ve) puede merecer mucho la pena.

Además, las empresas acreditadas (170 entidades en 2020, una década después de su lanzamiento) entran a formar parte de la llamada Red DIE, un espacio de intercambio de buenas prácticas y experiencias en materia de igualdad laboral: jornadas técnicas, grupos de trabajo, publicaciones, etc.

¿Y qué pasa si no lo tengo?

Pasar, lo que se dice pasar, no pasa nada. Siempre y cuando nuestra empresa cumpla con la normativa en materia de igualdad entre hombres y mujeres en el trabajo estipulada por ley (la que ya citamos arriba y la incluida en el Real Decreto 901/2020, de 13 de octubre), no estamos obligados ir más allá.

Esto quiere decir que no habrá consecuencias legales, si bien podríamos señalar algunas consecuencias negativas comparativas a la hora de, como decíamos, optar a determinadas licitaciones públicas y subvenciones. No porque estemos penalizados, sino porque no estamos bonificados.

En ese sentido, sí que “pasa” algo: una buena oportunidad para marcar la diferencia. Porque en política de igualdad, como en cualquier otro aspecto relacionado con nuestra empresa, ¿se trata de cumplir con el trámite o de buscar la excelencia?