Brecha-salarial

Parece impensable que una mujer cobre menos que un hombre por desempeñar el mismo trabajo, pero sí; debido a construcciones culturales y estereotipos de género aún muy presentes en nuestra sociedad, las mujeres no perciben el mismo salario que los hombres por trabajos de mismo valor.

En este artículo te contamos qué es la brecha salarial, cuáles son sus causas y por qué debemos luchar para acabar con ella.

¿Qué es la brecha salarial?

La brecha salarial, también conocida como brecha salarial de género, es la diferencia entre el salario que percibe un hombre y una mujer que ocupan puestos de igual valor en el mismo sector de actividad. Si aún crees que estas diferencias no existen, sólo hay que consultar los últimos datos de diferentes estudios sobre el tema.

En 2019, la brecha salarial se situaba en España en un 12,2% según estudios de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOCE). Los datos no parecen mejorar, ya que en el año 2020 el Ministerio de Hacienda sitúa el porcentaje en un 23% (que en cifras, supondría una diferencia de 4.915 euros al año).

Si nos fijamos en el resto de los países de la Unión Europa, las cifras más bajas se encuentran en Luxemburgo (1,3%), Rumanía (3,3%) e Italia (4,7%), mientras que en Estonia (21,7%), Letonia (21,2%) y Austria (19,9%) se encuentran entre los porcentajes de brecha salarial más altos. Aunque ojo, un porcentaje más pequeño no necesariamente significa que haya más igualdad de género en cuestiones laborales, si no que puede deberse a una menor cantidad de mujeres activas en el mercado laboral.

Desigualdad-laboral

Principales causas de la brecha salarial

El principal motivo de que existan estas diferencias es la discriminación por género. Todavía no se ha logrado una igualdad real entre hombre y mujeres, por lo que siguen teniendo mucho peso creencias como que hay puestos de trabajo, tradicionalmente vinculados a la figura masculina, en los que las capacidades de las mujeres son menores.

Otro factor importante son los trabajos no remunerados. Los llamados “trabajos de cuidados” normalmente recaen sobre las mujeres. Las dificultades para la conciliación hacen que éstas se vean obligadas a no poder desempeñar trabajos pagados o que tengan que optar por jornadas parciales.

Sin olvidar el llamado techo de cristal, del que ya hablábamos en un artículo anterior, que dificulta el acceso de las mujeres a puestos de mayor responsabilidad y poder (un 67% de los puestos directivos está ocupado por hombres).

¿Cómo se manifiesta?

Las mujeres no sólo tienen más dificultades para acceder a altos cargos, sino que, aún ocupando puestos de responsabilidad (como cargos directivos) cobran un 23% menos que los hombres en el mismo puesto.

Aunque hay casos muy evidentes, en los que la diferencia se aprecia directamente en el sueldo base, normalmente las diferencias más sustanciales se manifiestan de manera indirecta.

Los complementos y pluses salariales, por ejemplo, recaen normalmente en los salarios de los hombres. Volviendo a las dificultades de conciliación, muchas veces son los hombres los que tienen más facilidad para desempeñar horas extra pagadas.

Consecuencias de la brecha salarial

Las discriminaciones laborales por género llevan a una feminización de la pobreza. Las mujeres tienen menos seguridades económicas, menor acceso a la propiedad y son más vulnerables en el caso de familias monoparentales.

Esto también se refleja en las pensiones. Si las ganancias durante la vida de las mujeres son menores, las pensiones también lo serán, situando a las mujeres de edad avanzada en un mayor riesgo de pobreza.

No nos olvidemos del impacto en la economía general. Una disminución de la brecha salarial conllevaría un aumento del PIB, lo que estimularía el crecimiento económico.

¿Cómo lograr acabar con ella?

El primer paso para acabar con las desigualdades de género es la educación y la concienciación.

Es responsabilidad de todos hacer el entorno laboral más justo y agradable. Por ello, el compromiso de las empresas es muy importante, siendo fundamental el desarrollo de Planes de Igualdad que establezcan metas claras para mejorar y acabar con las desigualdades de género.